viernes, 30 de octubre de 2009

Complementos de los bancales cerámicos

El invernadero

Aunque el frío en Suances durante el invierno no es intenso y las heladas son contadas, se hace necesario utilizar algún tipo de invernadero si se quieren cosechar lechugas para tener en Navidad o cebollas tempranas.

El invernadero adelanta también por lo menos un par de meses la maduración de las fresas.

Ahora bien, si tenemos en cuenta los temporales que azotan la costa cantábrica en los meses de invierno, la instalación de invernaderos de túnel con cubierta de plástico es una temeridad abocada al fracaso.





Así ocurrió en enero de 2007: una fuerte tempestad con vientos de 170 km/h hizo salir volando esta cubierta de la piscina del chalet que se ve al fondo. Quedó bastante deteriorada pero unos tornillos aquí y unos golpes allá la dejaron en condiciones aceptables para hacer de invernadero en El prao.

Colocada en esta posición cubre gran parte de dos bancales, lo que me permite obtener una cosecha de plantas que serían imposibles de conseguir en pleno invierno.

Tuve que amarrarla muy bien para que otro temporal de este año no la volviera al punto de origen.



En abril, la temperatura ha subido lo suficiente para que las plantas protegidas hasta ahora por el invernadero puedan quedar al descubierto y es el momento de cambiar la cubierta que, en esta posición cubre la cabecera de tres bancales y medio con lo que puedo sembrar plantas necesitadas de calor como tomates, pimientos, sandías y berenjenas.

Cuando crezcan los tomates en el bancal de la derecha, volveré a cambiarlo cubriendo a lo largo los dos bancales de la izquierda para que, principalmente berenjenas, sandías y pimientos, sigan aprovechando todo el calor del verano.






El gallinero portátil



Durante el invierno suelo dar descanso a los bancales o siembro abono verde para enriquecer el suelo en nitrógeno.
Aprovechando este vacío en la estación fría he decidido llevar a cabo la idea de que se pueda limpiar de hierbas el bancal abonándose además ligeramente y ¿quién mejor que unas gallinas pueden hacer esta labor?.
Teniendo en cuenta las medidas del bancal puse manos a la obra y, con unas maderas que me proporcionó Seve, construí una caseta para ellas en donde pudieran refugiarse.






La caseta de madera tendría, además, dos ventanucas con la idea de poner también unas palomas.
Fue muy divertido engalanar las paredes con una guirnalda tropical que sería la alegría y el color de la huerta.
El interior es suficientemente espacioso para media docena de gallinas. Tiene un ponedero, un comedero y un selero para que estén cómodas.
El acceso al interior de la caseta se hace por el tejado que es muy ligero y abatible.







Así queda el gallinero ya montado completamente. Todas las piezas van engarzadas con alcayatas, no van clavadas para facilitar el montaje.
Dejaré a las gallinas unos 15 días para que se explayen por este bancal y, cuando lo hayan limpiado, escarbado y abonado, haré el traslado a otro bancal.
En la época en que todos los bancales estén ocupados montaré todo en algún rincón de El prao o tal vez, como otra solución, proteja la huerta con una cerca y deje sueltas a las gallinas por fuera, ya lo pensaremos.






Pasadas escasamente dos semanas, el bancal ya está limpio, removido y abonado: las gallinas han cumplido su labor.
El traslado de todo el gallinero a otro bancal me lleva menos de una hora y sólo necesito ayuda para transportar la caseta que es bastante pesada.
En primer término está el bancal que han limpiado estos días. Basta un pequeño laboreo para que se puedan sembrar en él algunas plantas.
He tenido que tener cuidado para no sacar las raíces de la alfalfa que he usado de abono verde. En ellas está almacenado el nitrógeno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario